Los mundialistas no deben pensar en los Gobiernos o en los parlamentos para reunir la Asamblea Constituyente mundial que dará a la Humanidad los medios para asegurar la paz y triunfar sobre la miseria mundial. Estamos obligados a tomar nuestros propios asuntos en nuestras manos y a crear, progresivamente, la Asamblea representativa de los pueblos del mundo; he aquí la idea básica del proyecto del Congreso de los Pueblos.

Habida cuenta de la debilidad provisional de las fuerzas mundialistas, es necesario prever un organismo que pueda nacer rápidamente, que comience a funcionar con pocos gastos, que trabaje sin escándalos y que pueda desarrollarse, en sucesivas etapas, con el fin de llegar a ser cada vez más representativo.

A medida que el Congreso de los Pueblos se refuerce, llegará a ser cada vez más representativo y se constituirá ante los Estados-nación,

una tribuna de los pueblos, una tribuna para aquellos que, desean gritar su angustia por el porvenir de la Humanidad, y hasta ahora únicamente habían podido hacer oír su voz aisladamente,

una tribuna también para las organizaciones que han demostrado su voluntad de servir a la Humanidad.

El Congreso de los Pueblos puede, y debe tener, en cada fase de su desarrollo, un papel importante que jugar: a medida que su representatividad sea mayor, su voz - la nuestra - será más fuerte, y los propios Gobiernos deberán tener en cuenta esta nueva fuerza transnacional.

El CONGRESO DE LOS PUEBLOS, primera Asamblea con representantes directos de habitantes de la tierra cuenta con 56 Delegados elegidos por electores repartidos en 120 países, en el curso de elecciones transnacionales. Esto es la prefiguración de una Asamblea Mundial capaz de establecer unas instituciones mundiales indispensables para la supervivencia de la Humanidad y la preservación de la biosfera.